Más que una novela, este libro de Elizabeth Strout es un conjunto de relatos, ya que cada capítulo cuenta una historia -que puede leerse de forma independiente- de uno de los habitantes del pueblo donde vive Olive Kitteridge, quien aparece siempre de forma secundaria como un nexo entre todos ellos. En algunos, no obstante, es la protagonista principal, y la vamos siguiendo a lo largo de su vida.
Así, sin un argumento claro y poco a poco, la autora nos va tejiendo una imagen de un pequeño pueblo americano cualquiera a través de personajes y hechos cotidianos, que podrían existir en cualquier otro lugar, escritos con un estilo sencillo pero nada superfluo, adentrándose en sus sentimientos y en sus motivaciones.
Sinopsis
Olive Kitteridge es una maestra retirada que vive en un pequeño lugar de Maine, en Nueva Inglaterra. A veces dura, otras paciente, a veces lúcida, otras abnegadamente ciega, Olive Kitteridge lamenta las transformaciones que han agitado el pequeño pueblo de Crosby y la deriva catastrófica que va tomando el mundo entero, pero no siempre se da cuenta de los cambios menos perceptibles que afectan a las personas más cercanas: la desesperación de un ex alumno que ha perdido las ganas de vivir; la soledad de su propio hijo, que se siente tiranizado por los caprichos irracionales de Olive; y la presencia de su marido, Henry, que vive su fidelidad conyugal como una maldita bendición.
Mientras la gente del lugar va afrontando sus problemas, sean leves o graves, Olive Kitteridge va tomando conciencia de sí misma y de las personas que la rodean –muchas veces dolorosamente, pero siempre con una honestidad entrañable.
Olive Kitteridge es un magnífico retablo de vidas. Elizabeth Strout describe con una gran precisión psicológica los desmanes de la condición humana.
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