Hoy en día y en el país que vivimos, afortunadamente nadie se extrañaría de ver una mujer ocupando cualquier puesto o realizando cualquier tarea, ya sea en el mundo empresarial, en la política o en cualquier otra faceta que podamos pensar.
En esta novela, sin embargo, Gioconda Belli va un poco más allá y se imagina un país en el que las mujeres gobiernan en solitario, y han expulsado a los hombres de todo tipo de trabajo, relegándolos a las tareas domésticas y al cuidado de los niños, introduciendo además en la forma de gobernar aquellos valores considerados típicamente femeninos. Una vuelta a la situación que existía en buena parte del mundo hace no muchos años y que existe aún ahora en otra buena parte, pero con un cambio en los roles de cada uno de los sexos.
El resultado es una novela a ratos divertida, con un punto de ironía, y con situaciones curiosas, ya que se produce un cambio importante en las relaciones personales. Además está contada en dos niveles: por un lado con la investigación del intento de asesinato de la presidenta y los pensamientos y miedos de las personas cercanas a ella ante la posibilidad de su muerte y por otro lado con los recuerdos de ésta mientras permanece en coma, que la hacen rememorar cómo se produjo ese cambio de poder en el país.
Una lectura agradable que, no obstante, me ha hecho ratificarme en la idea de que, por mucho que haya quien se empeñe en intentar llegar a una hipotética igualdad, hombres y mujeres somos diferentes. Y que, la lucha debe ser por conseguir que esa diferencia no suponga ningún tipo de discriminación, y por aprovecharla positivamente y enriquecerse con ella, porque la diferencia siempre va a estar ahí. Y además y como dice una expresión típicamente francesa: ¡Vive la différence!
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