Ya he leído varias novelas de John Boyne y lo que desde luego no se puede decir de él como autor es que se repita en temática y forma de contarlas, pues no tienen nada que ver unas con otras.
En este caso nos cuenta la historia de los últimos tres siglos utilizando el recurso de un personaje que, por no sabemos qué misteriosos motivos, no envejece nunca y por ello es testigo en primera persona de todos los acontecimientos importantes de esos tiempos, tan dispares como la Revolución Francesa o el nacimiento de los Juegos Olímpicos.
No puedo decir que sea una novela brillante o de esas que dejan huella, me han gustado bastante más otras de este autor, pero al menos resulta entretenida y curiosa.
Sinopsis
Corre el año 1758 cuando el joven Matthieu Zéla abandona París acompañado por su hermano menor, Tomas, y por Dominique Sauver, la única mujer a quien amará de verdad. Además de haber sido testigo de un brutal asesinato, aunque aún no lo sabe, Matthieu lleva consigo otro terrible secreto, una característica insólita y perturbadora: su cuerpo dejará de envejecer. Así, su prolongada existencia nos llevará desde la Revolución francesa hastra el Hollywood de los años veinte, de la Gran Exposición Universal de 1851 a la crisis del 29, y cuando el siglo XX llegue a su fin, la mente de Matthieu albergará un cúmulo de experiencias que harán de él un hombre sabio, aunque no necesariamente más feliz.
En la novela que afianzó su presitigio como un gran fabulador, capaz de transformar los temas más variados en historias que fascinan al lector, John Boyne -autor de La casa del propósito especial, Motín en la Bounty y El niño con el pijama de rayas- retoma el clásico mito de la vida eterna en un apasionante relato de amores y crímenes donde las andanzas del protagonista y la Historia con mayúscula se funden de forma brillante.
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