Debo empezar diciendo que no sé muy bien por qué me he decidido a leer esta novela de Bernard Minier, teniendo en cuenta que transcurre en un valle de los Pirineos en el mes de diciembre donde todo está nevado y helado, y que yo soy muy poco amante del frío.
Pero obviando ese detalle, la novela me ha gustado.
La verdad es que resulta un poco inquietante y opresiva, tanto por la ambientación como por el origen de la intriga, pero la forma en que está escrita consigue engancharte y mantener el suspense hasta el final. Además algunos de sus personajes son de esos con los que se empatiza desde el principio.
Para quienes les guste este género, se puede decir que está a la altura de las mejores novelas nórdicas, aunque transcurra mucho más cerca y por ello nos sea más familiar.
Sinopsis
Es diciembre de 2008 y el escenario, un profundo valle de los Pirineos. De camino al trabajo, los empleados de una central hidroeléctrica descubren el cuerpo de un caballo decapitado suspendido en la cara helada de la montaña.
La investigación del macabro hallazgo es asignada a Martin Servaz, un policía hipocondríaco que siempre actúa guiado por su instinto. Se trata del caso más extraño de toda su carrera. ¿Qué motivos podría tener alguien para asesinar a un caballo a dos mil metros de altitud? Todo indica que este es sólo el principio de una larga pesadilla.
Ese mismo día, Diane Berg, una joven psicóloga, se inicia en el mundo laboral en el psiquiátrico de la zona.
De un modo paralelo, Servaz y Berg se verán involucrados en la vida de los habitantes del valle, esos seres cuyas existencias están marcadas por la soledad, el encierro, los miedos , odios y tormentos interiores. Ese opresivo escenario demostrará la verdad de un viejo dicho: todo lo que se oculta bajo la nieve acaba por emerger con el deshielo; los viejos crímenes terminan por aflorar por mucho tiempo que lleven enterrados.
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