Ruth Rendell me parece una maestra del suspense y de la novela psicológica, creadora de unos personajes y unos ambientes estremecedores dentro de su cotidianidad. Esta novela es un perfecto exponente.
Poco a poco nos va metiendo en la mente de unos protagonistas que podrían ser casi cualquiera que tenemos al lado, con unas obsesiones que les condicionan la vida y con un manejo de las situaciones que nos engancha y no nos deja abandonar la lectura, deseando saber qué es lo siguiente que va a pasar. Y sin dejar de ponernos los pelos de punta. Todo fluye de forma sencilla pero inapelable hasta el desenlace, manteniendo el suspense en todo momento.
Una gran novela, en la línea del resto de sus obras.
Poco a poco nos va metiendo en la mente de unos protagonistas que podrían ser casi cualquiera que tenemos al lado, con unas obsesiones que les condicionan la vida y con un manejo de las situaciones que nos engancha y no nos deja abandonar la lectura, deseando saber qué es lo siguiente que va a pasar. Y sin dejar de ponernos los pelos de punta. Todo fluye de forma sencilla pero inapelable hasta el desenlace, manteniendo el suspense en todo momento.
Una gran novela, en la línea del resto de sus obras.
Sinopsis
La octogenaria Gwendolen Chawcer, una solterona que jamás logró escapar a la posesiva personalidad de su padre, vive entregada a la lectura compulsiva y a la fantasía de un viejo amor imposible en St. Blaise House, la mansión victoriana de la familia en el barrio londinense de Nothing Hill. Pero tan melancólica y plácida existencia se ve alterada cuando, haciendo caso al consejo de unas amigas, decide alquilar la planta de arriba de la casa.
Su nuevo arrendatario, Mix Cellini, es un mecánico de máquinas de fitness con una fijación: los crímenes que John Christie cometió sesenta años antes en el número 10 de Rillington Place, apartamento del horror a escasa distancia de St. Blaise House. Gwendolen no tarde en descubrir tan siniestra obsesión, pero ignora que ésta irá adquiriendo tintes cada vez más macabros cuando Mix se enamore perdidamente de la modelo Nerissa Nash.
Con Trece escalones, Ruth Rendell presenta con su maestría habitual un retrato perturbador y perverso de dos personajes tremendamente dispares pero a la vez hermanados por sus neurosis románticas. De paso, la gran dama de la novela de suspense psicológico incide en temas tan espinosos como el culto a los grandes criminales de la historia o las ansias de fama que caracterizan nuestra sociedad.
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