domingo, 7 de septiembre de 2014

El laberinto de las aceitunas (Eduardo Mendoza)

Pues ya metidos en harina, he decidido continuar esta semana con la segunda novela de Eduardo Mendoza que tiene como protagonista a ese detective suyo tan particular y especial.
Poco puedo añadir que no dijera la semana pasada, tal vez que en esta ocasión la historia es si cabe aún más disparatada y surrealista que la anterior, lo que hace que me haya gustado algo menos, quizás también porque ya se ha perdido el componente de sorpresa.
No obstante, no deja de ser un libro divertido, para pasar un rato sin más preocupación que entretenerse un poco y sonreír, y eso es algo que merece la pena en cualquier momento.
Seguiré con la serie que, si no estoy equivocada, tiene otras dos novelas que la continúan por el momento.

Sinopsis
El laberinto de las aceitunas sitúa nuevamente en el centro de una espiral de intriga al detective manicomial y paródico que protagonizaba El misterio de la cripta embrujada. No es menos deslumbrante aquí que en sus obras anteriores la capacidad del autor para la escritura que contiene en sí su propia caricatura, a la vez que la caricatura de un género y, en él, de una sociedad y de sus diversas áreas de lenguaje. Pero, aguzada por el dédalo de una peripecia que se bifurca y multiplica en ramificaciones sorprendentes e insólitas, la imaginación narrativa de Mendoza va esta vez todavía más lejos: en triple salto mortal de funámbulo sonámbulo, el narrador-detective llega, por la distorsión de la peripecia policial, no ya al reino del humor y el absurdo, dino al de la libérrima fabulación que roza, tras lo esperpéntico, el área del prodigio surreal.


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