domingo, 19 de octubre de 2014

Doble silencio (Mari Jungstedt)

Ya leí anteriormente otra novela de Mari Jungstedt de esta misma serie, y ésta creo que es la última que se ha publicado hasta ahora, pero no he leído las restantes, por lo que en este caso no conozco tanto a los protagonistas que investigan, que parecen tener unas vidas interesantes que van evolucionando en las sucesivas novelas, y que pueden constituir un aliciente más para seguirlas.
Pero en esta ocasión tampoco importa, pues la investigación en sí misma me ha parecido suficientemente interesante.
Una intriga bien llevada, con pocas pistas y mucho énfasis en los personajes, donde al final todo tiene su lugar y encaja perfectamente. Escrita de forma muy ágil con capítulos muy cortos donde se van alternando las visiones de unos y otros e incluso se introducen sucesos del pasado que no entendemos hasta el final.
En resumen, típica novela nórdica, atractiva para quien le guste el género. Abstenerse el resto.


Sinopsis
Un hombre que cae por un precipicio. Una mujer que no regresa de un paseo. El cadáver de un anciano que aparece en una embarcación abandonada. Un grupo de amigos que lo comparte casi todo.
Una nueva y esperada entrega de la serie de Gotland.
Sam y Andrea, Stina y Hakan y John y Beata, son tres parejas amigas y vecinas de la urbanización más exclusiva de Visby. Comparten cenas, salidas, cuidados de los hijos, confidencias... Además, cada año organizan un viaje. En esta ocasión, eligen como destino la remota y hermosa isla de Farö, coincidiendo don el festival anual en honor al cineasta Ingmar Bergman.
Pero las vacaciones se convierten en una pesadilla cuando el cadáver de uno de ellos aparece en la playa y un testigo afirma haber visto cómo alguien lo empujaba por un acantilado. 
El comisario Anders Knutas y su compañera Karin Jacobsson, ambos en un delicado momento personal y profesional, acuden para hacerse cargo del caso. Si quieren averiguar la verdad, deberán destapar la red de celos, pasión y mentiras que une a estos seis amigos. Porque ni los mejores amigos deberían compartirlo todo.

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