Tenía muchas ganas de leer esta novela de Danielle Thiéry, porque me gustó su portada y me atrajo su sinopsis, y porque me encanta la novela negra o policíaca o como queramos llamarla. Y en este caso no me ha defraudado en absoluto.
Su estructura es bastante típica en las novelas negras actuales: dos investigaciones que se alternan, una del pasado y otra del presente, aunque todo visto desde el presente, no hay narración en el pasado. Y también es bastante típico el que el investigador tenga una personalidad interesante que dé para una novela en sí misma. Así que a priori no parece que haya nada especial en ella, pero el caso es que sí lo encuentras.
Los casos se van resolviendo poco a poco, de forma bastante lógica y con un ritmo ágil y ameno, y sin que falten sorpresas y giros inesperados.
Y no puedo contar mucho más sin desvelar detalles que pueden fastidiar la lectura, pero la recomiendo sin ninguna duda. Me ha gustado bastante.
Su estructura es bastante típica en las novelas negras actuales: dos investigaciones que se alternan, una del pasado y otra del presente, aunque todo visto desde el presente, no hay narración en el pasado. Y también es bastante típico el que el investigador tenga una personalidad interesante que dé para una novela en sí misma. Así que a priori no parece que haya nada especial en ella, pero el caso es que sí lo encuentras.
Los casos se van resolviendo poco a poco, de forma bastante lógica y con un ritmo ágil y ameno, y sin que falten sorpresas y giros inesperados.
Y no puedo contar mucho más sin desvelar detalles que pueden fastidiar la lectura, pero la recomiendo sin ninguna duda. Me ha gustado bastante.
Sinopsis
El comandante Revel jamás renunciará al caso Porte. Han transcurrido diez años pero jamás dejará de buscar al asesino del matrimonio que regentaba el bar Les Furieux y que murió acuchillado una noche de diciembre. El comandante Revel no es de los que renuncia. Además, esa misma noche de diciembre, su mujer, Merieke, desapareció después de sus clases de canto y nadie supo nunca más de ella, ni de su coche, ni de sus partituras, ni de su hermosa figura. Revel, envejecido, enfermo, adicto al tabaco y al trabajo, busca resolver el caso Porte para salvarse a sí mismo y a su hija Léa, anoréxica, encerrada en sí misma, incapaz de superar la desaparición de su madre.
Mientras tanto, el equipo de Revel, con Lazare y Bréton a la cabeza, deben enfrentarse a un nuevo caso de asesinato, el de una estrella del pop en decadencia que ha aparecido asfixiado en su mansión de Versalles. De algún modo, ambos casos acaban ligados no sólo en la mente de Revel sino en la de todo su equipo.
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