Si no fuera porque hace poco leí otra novela de Víctor del Árbol que me encantó (Un millón de gotas), estoy segura de que nunca hubiera leído ésta, pues tengo que decir que su portada no me parece en absoluto atrayente, me da hasta un cierto repelús. Pero ya digo que aquélla me encantó, así que me he olvidado de la portada y me he lanzado a su interior, y no me ha defraudado en absoluto.
Se trata, como la anterior, de una trama muy complicada y elaborada, con un montón de historias y personajes que se van entrelazando y que al final completan un gigantesco puzle donde nada falta ni sobra, en un trabajo magistral del autor. Los personajes también son complejos y están perfectamente descritos, conseguimos conocerlos hasta el último detalle, tanto en su manera de actuar como de pensar. Y también, como la anterior, es una novela dura e intensa.
Pero, aunque tengan características que puedan parecer similares, son historias muy diferentes, cada una tiene su propia personalidad. No sabría decir cuál me ha gustado más. Sólo que me ratifico en pensar que este autor ha sido sin duda un auténtico descubrimiento y que no dejaré de leer otras novelas suyas anteriores o futuras.
Se trata, como la anterior, de una trama muy complicada y elaborada, con un montón de historias y personajes que se van entrelazando y que al final completan un gigantesco puzle donde nada falta ni sobra, en un trabajo magistral del autor. Los personajes también son complejos y están perfectamente descritos, conseguimos conocerlos hasta el último detalle, tanto en su manera de actuar como de pensar. Y también, como la anterior, es una novela dura e intensa.
Pero, aunque tengan características que puedan parecer similares, son historias muy diferentes, cada una tiene su propia personalidad. No sabría decir cuál me ha gustado más. Sólo que me ratifico en pensar que este autor ha sido sin duda un auténtico descubrimiento y que no dejaré de leer otras novelas suyas anteriores o futuras.
Sinopsis
Quizás Dios juega a los dados con nuestro destino, desperdigando las piezas de un rompecabezas que siempre vuelve a unirse de un modo u otro. Acaso sea el azar el que nos arrebata aquello que más amamos, pero puede que todo lo que nos ocurre sea simplemente el resultado de nuestros propios actos.
Estas son las preguntas que atormentan a Eduardo, un pintor para quien nada tiene sentido tras la muerte de su mujer y su hija, hasta que una famosa violinista, Gloria Tagger, le encarga el mayor reto de su vida: pintar el retrato de Arthur, un empresario de pasado incierto. Aceptar este encargo desencadena una espiral de emociones y acontecimientos trágicos que succiona inevitablemente a cuantas personas le rodean. Con cada pincelada, Eduardo va abriendo puertas que habría sido mejor mantener cerradas, pero que, una vez abiertas, nada ni nadie podrá volver a cerrar.
Con una trama perfectamente urdida y una intensidad descarnada de dolor y culpa, pero también el ansia de vivir, Respirar por la herida desborda los límites de sus protagonistas con una precisión y una psicología digna del maestro en que se ha convertido ya su autor, Víctor del Árbol.
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