Para empezar el año he decidido volver a leer esta novela de Elia Barceló que en su momento, hace ya bastantes años, me gustó mucho. Lo cierto es que he leído bastantes novelas de esta autora, aunque todas hace mucho tiempo (por eso en este blog creo que sólo he comentado una) y creo que todas me gustaron por uno u otro motivo.
Ésta, en concreto, me pareció una bonita historia de amor, con una parte fantástica que no desvelaré porque creo que es mejor no conocer nada para disfrutarla más. La autora hace una labor minuciosa, como de orfebre, para entrelazar las distintas partes y épocas en que transcurre de forma que todo encaje, y cuando acaba te deja un buen sabor de boca, ese de las historias que te llegan dentro.
También debo decir que la primera vez que la leí me gustó más, quizá por la sorpresa, pero que ha merecido la pena releerla.
Sinopsis
Tan breve como intensa, tan fácil de leer como difícil de olvidar, tan sencilla en sus recursos como inquietante en el recuerdo, es esta una novela de amor. Uno de esos raros ejemplos en los que la literatura se lanza sin miedo a abordar los temas eternos, y lo hace para que nos planteemos cuestiones fundamentales: ¿es el tiempo más fuerte que el amor?, ¿de qué forma perdura la belleza?, ¿es el cuerpo un mapa del deseo con fecha de caducidad?, ¿puede el deseo alterar la realidad? La nostalgia, el sexo, la pasión, la identidad..., nos hallamos ante una obra que, abordando los sentimientos en profundidad, sabe ser rigurosamente nueva: una bellísima historia del fin del milenio sobre la imposibilidad del amor. Simplemente hay que abrir el libro y comenzar a leer.
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