Con los libros de Donna Leon y su comisario Brunetti me pasa en cierto modo como con los de Andrea Camilleri y su comisario Montalbano, que no sé qué decir sin repetirme, pues básicamente podría comentar todos de la misma forma, y ya he leído unos cuantos.
En esta ocasión, el caso número 25 de Brunetti (¡parece mentira!), que tenía pendiente desde hace tiempo, quizás porque el anterior me pareció ligeramente más flojo, así que lo he cogido con ganas y lo he disfrutado. Es como reencontrarse con un viejo amigo.
Si tengo que destacar algo nuevo, sería por ejemplo que la comisaria Claudia Griffoni tiene cada vez más protagonismo, y me parece algo positivo.
Y si tengo que ponerle alguna pega, diría que no me ha durado nada, selle en un suspiro y me ha dejado con ganas de más. ¡Menos mal que aún me queda el último pendiente de leer...!
Sinopsis
El comisario Brunetti investiga el extraño caso de Manuela, una treintañera que, tiempo atrás, a los quince años, estuvo a punto de morir ahogada. Su abuela, la condesa Demetriana Lando-Continui, desconfía de la versión policial, según la cual la joven se arrojó a las aguas de Venecia y quedó seriamente dañada por una lesión cerebral irreversible. El punto de partida de la investigación de Brunetti es Pietro Cavanis, el único testigo, un borracho desmemoriado. El comisario buscará al verdadero culpable entre los archivos y rincones de una Venecia masificada por el turismo, recelosa de la nueva inmigración, con una juventud sin expectativas. Pero a veces basta con sacudir la historia para que resplandezca la verdad.
Las aguas de la eterna juventud es el caso número 25 de la exitosa serie del comisario Brunetti, por la que Donna Leon ha sido galardonada con el Premio Pepe Carvalho 2016.
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