No suelo leer mucha poesía, es un género que no suele apetecerme mucho, pero el otro día encontré este en la biblioteca y me llamó.
No voy a descubrir ahora que Ángel González es un poeta extraordinario, trayectoria tiene de sobra para demostrarlo y yo no me considero la más indicada para ello, pero sí que puedo decir que, para los que no estamos habituados a leer poesía, la suya es de lo más apropiado. No hace falta entender, sólo sentir.
Como suele suceder, unos poemas te llegan más que otros, te tocan más la fibra sensible, en función normalmente de tus vivencias o de lo que te hagan pensar, pero todos ellos tienen algo. Se pueden leer y releer varias veces y se disfrutan, sin duda.
Me pondré como deberes intentar acercarme más a la poesía. Seguro que hay muchas cosas que descubrir.
Un bonito libro para una semana que no ha sido nada buena.No voy a descubrir ahora que Ángel González es un poeta extraordinario, trayectoria tiene de sobra para demostrarlo y yo no me considero la más indicada para ello, pero sí que puedo decir que, para los que no estamos habituados a leer poesía, la suya es de lo más apropiado. No hace falta entender, sólo sentir.
Como suele suceder, unos poemas te llegan más que otros, te tocan más la fibra sensible, en función normalmente de tus vivencias o de lo que te hagan pensar, pero todos ellos tienen algo. Se pueden leer y releer varias veces y se disfrutan, sin duda.
Me pondré como deberes intentar acercarme más a la poesía. Seguro que hay muchas cosas que descubrir.
Sinopsis
...desde su primer libro, brotando del contraste rudo entre el perdido "acariciado mundo" y la faz severa del "áspero mundo" de la edad adulta, la poesía de Ángel González discurre firme y resignada por las sendas de lo efímero que se querría eterno, y, así, es fiel a la eternidad inventada del amor y de la convivencia solidaria. Véase esto en el poema Ya nada ahora con que concluye esta antología. En un mundo que aparece desolado, en una realidad que es perecedera, con un tiempo que corroe sin cesar toda ilusión, es meritorio que sólo el amor establezca oasis de felicidad válida y verdadera, situados fuera del decurso voraz de los días.
Emilio Alarcos Llorach
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