Esta semana tenía preparado el comentario de otro libro, pero he estado unos días fuera y me he encontrado con éste en el hotel, así que la actualidad manda y dejo el otro para la próxima semana.
Más que una novela, lo que nos cuenta Eduardo Jordá son sus vivencias en USA durante el tiempo que estuvo dando clase en una pequeña universidad de Pensilvania.
Me ha parecido que retrata con bastante fidelidad cómo es la vida allí, muy diferente de la de las grandes ciudades, muy con el espíritu americano que no nos resulta desconocido gracias al cine, que lo refleja bastante fielmente.
Son relatos cortos que se leen en un momento, ideales para lo que se trata: un libro que encuentras en el hotel para leer un poco antes de dormir. Sin más.
Sinopsis
En 2012, en los peores momentos de la crisis económica, el escritor Eduardo Jordá vivió un semestre en Carlisle, una pequeña ciudad universitaria del interior de Pensilvania, muy cerca de los Apalaches. Pájaros que se quedan -un título inspirado en un verso de Emily Dickinson- es la radiografía de esa ciudad en la que conviven, sin apenas tocarse, la América culta y liberal de los colleges universitarios con la América profunda de los granjeros arruinados y de las fábricas que van cerrando irremisiblemente.
En este libro, que combina elementos de diario, ensayo, novela y relato de viajes, Jordá hace un retrato de la América optimista que se iba derrumbando poco a poco mientras aparecía el fantasma de Donald Trump.
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