A veces encuentras un libro del que no has oído hablar, de un autor al que tampoco conoces, y no sabes muy bien por qué te atrae y te decides a leerlo. Esto es lo que me ha pasado con esta novela de Salvador Navarro, autor para mí totalmente desconocido.
En un principio pensé que me había equivocado con la elección, ya que en los inicios de la novela no encontraba ese enganche que hace que no puedas parar de leerla. De hecho, incluso estuve tentada de dejarla.
Pero afortunadamente seguí con ella, ya que llega un momento que la trama va creciendo y te va envolviendo de tal forma que te absorbe totalmente. La cosas se enredan de tal manera que ya no sabes quién es quién ni casi cuál es tu papel en la lectura.
No cabe duda de que se trata de una historia muy elaborada, donde nada se deja al azar y donde todos los detalles están muy cuidados. Me ha dejado con ganas de continuar, de que no se terminara. Un autor a seguir en el futuro, sin duda ninguna.
Sinopsis
Álex Panelas, un joven periodista gallego que malvive en Madrid, contratado por una revista digital de ultraizquierda, recibe amenazas de una millonaria venezolana tras publicar un artículo a favor del régimen chavista. La señora lo seduce para escapar de sus miserias laborales con un trato irrenunciable: cinco mil euros al mes y un piso de lujo en Sevilla a cambio de hacerse amigo de Dan, un empresario de mediana edad. Sin más. Sin prisas. Con la sola condición de no pedir explicaciones. El reto le abre mil puertas luminosas al gallego, aunque comprende pronto la fuerza destructora de la venganza que esconde ese desafío: una batalla entre familias que hunde sus raíces en el Nueva York de los ochenta. Aun participando a ciegas en el complot, acaba de encontrar una trama explosiva para construir su primera novela, con dos líneas argumentales: el pasado perverso de quien le contrató y el chantaje al que debe enfrentarse conforme la venezolana va subiendo la apuesta. Y esa oportunidad no hay quien se la quite a quien dudaba de su capacidad para nacer como escritor, para crear ficción; un Álex entusiasmado que aprovecha para empaparse de técnicas de escritura y así estructurar una historia llena de flecos y ángulos muertos, sin saber hasta qué punto él va a convertirse en el epicentro dramático de su propia narración.
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