Las novelas de Robert Galbraith (pseudónimo bajo el que se esconde J.K. Rowling) me han ido gustando cada vez más. Empecé la serie con ciertos reparos y con dudas, pero cada una me ha gustado más que la anterior y los protagonistas se han ido convirtiendo en cada vez más cercanos. También ha contribuido a ello el haberlos podido ver en la adaptación televisiva, que les ha puesto cara. Y debo decir que las adaptaciones me han parecido bastante bien logradas.
En el caso de esta última, puedo decir que mantiene el nivel. Una novela que resulta entretenida y mantiene tu atención de principio a fin. Sólo le puedo poner como pega que ya parece que la tensión entre Robin y Cormoran se prolonga demasiado. Espero que en próximas entregas lleguemos a algún desenlace...
El detective privado Cormoran Strike, que se halla en Cornwall visitando a su familia, es abordado en plena calle por una mujer que le pide ayuda para encontrar a su madre, Margot Bamborough, desaparecida en 1974 en extrañas circunstancias.
A pesar de que nunca se ha enfrentado a un caso ocurrido tantos años atrás y de ser consciente de las escasas posibilidades de éxito, Cormoran Strike y su compañera en la agencia, Robin Ellacott, que sigue atrapada entre un divorcio tormentoso y sus sentimientos hacia Cormoran, acaban aceptando el caso.
A medida que se van sumergiendo en la investigación, los dos detectives se topan con una historia terriblemente compleja y poblada de cartas de tarot, un asesino en serie psicópata y testigos que son poco de fiar. Porque incluso un hecho ocurrido hace décadas puede ser mortal.
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