Hacía tiempo que le tenía echado el ojo a esta novela de Santiago Lorenzo, no se muy bien por qué, ya que ni el título ni el contenido parecía atrayente a primera vista. Pero hace poco me la recomendó un amigo motero de mi marido y eso me ha hecho decidirme a tacharla de la lista de lecturas pendientes.
Y tengo que decir que me ha sorprendido bastante y me ha gustado mucho.
Es original en su planteamiento y te hace reflexionar acerca de las cosas que realmente importan, tanto a nivel material como a nivel social. Todos podemos pensar en algo que nos sobra, en sitios a los que acudimos sin ganas... Esta novela reivindica la soledad y el disfrute de las cosas sencillas, así como visibiliza eso que ahora se ha dado en llamar "la España vaciada", en la que algunos hemos pasado buenos ratos hace ya mucho tiempo.
Pero, además del mensaje, tiene un lenguaje muy rico, una forma de escribir que no abunda demasiado, con un amplio vocabulario casi en desuso, pero sin hacerse pesada por pedante.
En resumen, que he disfrutado de su lectura. Muchas gracias por la recomendación, Charli.
Manuel acuchilla a un policía antidisturbios que quería pegarle. Huye. Se esconde en una aldea abandonada. Sobrevive de libros Austral, vegetales de los alrededores, una pequeña compra en le Lidl que le envía su tío. Y se da cuenta de que cuanto menos tiene, menos necesita. Un thriller estático, una versión de Robinson Crusoe ambientada en la España vacía, una redefinición del concepto de "austeridad". Una historia que nos hace plantearnos si los únicos sanos son los que saben que esta sociedad está enferma. Santiago Lorenzo ha escrito su novela más rabiosamente política, lírica y hermosa.
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