Ya he dicho en varias ocasiones que Víctor del Árbol es uno de mis autores favoritos. Hasta ahora, todas las novelas que he leído me han gustado mucho y en esta ocasión tampoco me ha defraudado.
Es cierto que quizá ahora no me sorprende tanto, pero es porque ya llevo unas cuantas y ya casi es lo que espero de otra nueva; son novelas que te atrapan, con personajes muy potentes y tramas bastante complejas que acaban encajando.
Ese es su estilo y lo mantiene, porque las historias en sí no se parecen en nada, están ambientadas en sitios totalmente diferentes y tienen personajes también diferentes, lo que hace que tenga mucho más mérito.
En resumen, que es un autor al que pienso seguir leyendo y que lo recomiendo sin duda ninguna. Creo que es imposible que no guste.
Julián Leal es un inspector de la policía en Barcelona que no está pasando por su mejor momento. El médico le ha detectado un cáncer y no le da mucho tiempo de vida, además acaba de ser expedientado por darle una paliza a un sospechoso de abusos de menores. Después de una visita a su pueblo en Galicia empiezan a aparecer unos cadáveres que pueden tener relación con él y su superior le quiere cargar con las culpas para vengarse por unos rencores del pasado. Él y su compañera Virginia se verán arrastrados a una investigación mucho más profunda y complicada de lo que podrían pensar y que podría costarles la vida a ellos y a todos los que aman. Julián no deberá ajustar cuentas sólo con su presente, sino también con su pasado.
Esta es una historia sobre el camino que a veces recorren los sueños hasta convertirse en pesadillas.
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