Conocí a Marto Pariente por la novela posterior a esta, Las horas crueles, que me gustó bastante, y me dejó con ganas de leer algo más suyo.
Esta novela también es un exponente de ese denominado "country noir", novela negra en zonas rurales, en esta ocasión en un pueblo ficticio de la Alcarria profunda, y también me ha gustado. Creo que podría ser perfectamente el argumento de una novela estilo americano y, aunque tiene escenas algo sangrientas, no le falta un toque de humor en todo momento, que le quita hierro al asunto. Además, los personajes son bastante peculiares y con un punto de surrealismo, lo que contribuye a ese toque de humor negro.
También me ha gustado la forma de narrar, alternando la primera persona para el protagonista, Toni Trinidad, la segunda para su hermana Vega y la tercera para el resto de personajes. Resulta curioso que también en la novela que comenté hace un par de semanas la autora utilizara un recurso parecido.
En resumen, una novela negra bastante original e interesante.
Ascuas es un tranquilo pueblucho de lo más profundo de la Alcarria profunda, donde nunca, jamás, pasa nada.
Hasta que pasa.
Hasta que el Triste aparece ahorcado.
Entonces todo y todos apuntan a que haciendo honor a su apodo, el loco del pueblo se ha suicidado.
Todos, salvo su amigo Toni Trinidad, el jefe de Policía de Ascuas.
Aunque Trinidad no tiene mucha madera de madero, que digamos. Un tipo grandote y sin sangre, que pierde el conocimiento con solo ver una gota.
Y por si el bueno de Toni no tuviera bastante con resolver el primer homicidio de su carrera, tendrá que sacar a Vega del lío en que se ha metido. Porque su alcoholizada hermana Vega ha decidido dejar de ser una perdedora y dar un palo al Colmenero. Y claro, el mayor usurero de Guadalajara no se quedará de brazos cruzados. Atraerá al pueblo un enjambre de esperpénticos matones. Asesinos tan peculiares como unos leñadores vascos fanáticos de Mecano, con más experiencia talando troncos humanos que vegetales.
Pero la segunda obra de Marto Pariente es mucho más que un suculento plato de fiambres para Reservoir dogs. Es un verdadero festín de literatura que alterna con maestría la narración en primera persona de Toni, con la de Vega en segunda y la historia del resto de personajes en tercera, haciendo las delicias de los paladares más exigentes del género.
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