Hace escasamente un mes despedí oficialmente en el blog al comisario Montalbano, con la última novela que Camilleri dejó escrita para publicar después de su muerte. Así que de algún modo, y como ya he comentado anteriormente, paso el relevo a la comisaria Garrasi, de Cristina Cassar Scalia, que poco a poco y novela tras novela (esta es ya la tercera) se va haciendo querer.
Una intriga en Sicilia, con ramificaciones internacionales, que resulta interesante y que se resuelve de forma inesperada. Pero, además del caso concreto de la novela, me están gustando todos los personajes "fijos": la comisaria Vanina Garrasi, sus compañeros, su casera, sus amigos... En cada novela vamos conociendo algo más de sus vidas y nos van quedando ganas de seguir sus pasos.
La serie me ha enganchado, sin duda.
Una intriga internacional a la sombra del Etna que pone a prueba a la tenaz subcomisaria Vanina Garrasi. Esteban Torres, nacido en Cuba, residente en Suiza y con la doble nacionalidad estadounidense e italiana, aparece muerto en el aparcamiento del aeropuerto de Catania: alguien le ha disparado a bocajarro. El hombre carga con un pasado oscuro y circula el rumor de que tenía amistades peligrosas e intereses en actividades un tanto turbias. Sin embargo, la investigación está completamente encallada. Hasta que en Taormina, dentro de un pozo situado en el jardín de un hotel, se descubre el cadáver de Roberta Geraci, llamada también Bubi. Torres y Bubi se conocían. Se conocían muy bien, de hecho. Con la ayuda de su unidad y del infalible Biagio Patané, comisario jubilado que sigue conservando intacto el olfato detectivesco, Vanina saca a la luz secretos que tienen su origen en lugares lejanos. Sin embargo, no consigue olvidar las pesadillas que la persiguen de su anterior etapa en Palermo: esos asuntos sin resolver que siempre amenazan con ponerla en peligro.
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